Anchas avenidas de pensamiento
vacías de gases y de coches,
una ciudad latente,
una ventana abierta,
calles por las que corre
limpio el aire de la Sierra.
Una encina crece junto a mi escritorio
parda y serena
bajo Guadarrama frio,
con las cumbres blancas
avanzando abril,
respiramos bosque
sin dejar Madrid.