Como europeos de izquierdas estamos preocupados por los derechos laborales y el estado del bienestar en la Unión Europea. ¿Pero hasta cuándo puede continuar un (des)equilibrio en el que los europeos disfrutamos de mercancías producidas en países en los que los trabajadores sufren unas condiciones laborales muchísimo peores que las nuestras? Y muchas veces se trata de empresas europeas, que transladan la producción allá donde los salarios sean mas bajos y los derechos laborales más insignificantes.
Si de verdad queremos que nuestras condiciones laborales mejoren – o que al menos dejen de empeorar – tenemos que empezar a pensar que muy posiblemente nuestra manera de consumir también tiene algo que ver en ello.
Un ejemplo:
No es legal que una empresa produzca pantalones en Suecia o en España con niños de trece años cosiendo doce horas al día . Pero sí sería legal que una empresa que produce pantalones cosidos por niños de trece años trabajando doce horas al día venda los pantalones en Suecia o en España. ¿Por qué aceptamos esta situación?
Lo que aquí propongo es regular la venta de productos y servicios en nuestros países. No se trataría de cerrar las fronteras a productos extranjeros, sino de obligar a las empresas que quieran vender productos en Suecia o en España a que la produccion haya sido realizada en condiciones laborales y salariales como mínimo similares a las que tenemos nosotros. Y la regla por supuesto también se le aplicaría a empresas europeas con producción en el extranjero. ¿Que una empresa quiere transladar la producción de juguetes de Alicante a Bangladesh? Perfecto, pero si quiere seguir vendiendo juguetes en España va a tener que seguir las mismas reglas del juego con los trabajadores en Bangladesh que con los trabajadores en Alicante. Además, podemos aprovechar que formamos parte de la Unión Europea para coordinar con mas países una legislación así. ¿Y por qué no en toda la Unión?
Si sacamos adelante una legislación así, seguramente se terminaría el chollo de poder comprar camisetas a 3 Euros, televisores de plasma a 120 Euros y ordenadores portátiles a 300 Euros. Sería todo más caro, pero seguramente es que tiene que ser más caro. Si queremos que nos respeten como trabajadores, el primer paso que tenemos que dar es respetar a los trabajadores que han producido las cosas que consumimos, vivan en el país que vivan.
Si no lo hacemos, tarde o temprano, las condiciones laborales en Europa iran por el mismo camino, que es lo que está empezando a pasar por ejemplo en España.
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